
Estrés, hormonas, dieta… Lo que realmente impacta tu piel
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Granos que aparecen sin previo aviso, tez apagada, exceso de sebo o sequedad repentina... Tu piel te habla y, a menudo, reacciona a algo más que a productos de cuidado facial mal elegidos. El estrés, los desequilibrios hormonales y la dieta tienen un impacto directo, a veces subestimado, en el equilibrio y la apariencia de tu piel.
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1. El estrés: el enemigo silencioso de la luminosidad
El estrés crónico desencadena una cascada hormonal (en particular, un aumento de cortisol) que altera la barrera cutánea. El resultado: inflamación, manchas, tirantez o piel más apagada.
También puede ralentizar la regeneración celular, empeorar las imperfecciones y acentuar los signos del envejecimiento.
Consejo DERMOVA : Privilegiar los tratamientos calmantes y específicos e incorporar gestos relajantes a su rutina (automasajes, respiraciones, aplicación nocturna de parches alisadores y reparadores, etc.).
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2. Variaciones hormonales: un impacto visible
Pubertad, ciclo menstrual, embarazo, menopausia… En cada etapa, el cuerpo produce hormonas que influyen directamente en la piel.
• Antes de la menstruación la piel suele volverse más grasa y propensa a las imperfecciones.
• En la menopausia, la pérdida de estrógenos provoca una pérdida de firmeza, mayor sequedad y aparición de arrugas más pronunciadas.
Consejo DERMOVA : Adapta tu rutina a cada fase. Durante los periodos de imperfecciones, elige ingredientes activos como el ácido salicílico o la niacinamida. Para pieles más maduras, opta por productos de cuidado facial enriquecidos con péptidos y ácido hialurónico.
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3. Dieta: Lo que comes se refleja en tu piel
Ciertos alimentos pueden favorecer la inflamación de la piel, el exceso de sebo o la pérdida de luminosidad:
• El azúcar refinado, en exceso, aumenta la glicación celular (responsable del envejecimiento de la piel).
• Los productos lácteos, en algunas personas, pueden empeorar el acné hormonal.
• Los alimentos ultraprocesados sobrecargan el hígado, lo que puede reflejarse en la piel.
Por el contrario, una dieta rica en antioxidantes, omega-3, zinc y vitaminas promueve una piel sana, flexible y luminosa.
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Conclusión
Una piel equilibrada no se trata solo de lo que te aplicas. Controlar el estrés, escuchar a tu cuerpo y adoptar un estilo de vida saludable son claves esenciales para liberar todo el potencial de tu piel.